49 Millones de Bienintencionadas Burbujas
Miguel Ángel Almodóvar
Investigador y divulgador en ciencia nutricional y gastronomía
@almodovarmiguelangel @afuegolentocom
Los caminos de la ciencia son casi tan inescrutables como los del Señor, porque resulta sorprendente saber que si hoy conocemos el número de burbujas que se refugian en una botella de champagne, cava o vino espumoso de tres cuartos de litro son alrededor de 49 millones, es gracias al trabajo de un ingeniero industrial,
el norteamericano William Lembeck, que trabaja para BAE Systems plc, el segundo mayor contratista militar del mundo, que aunque con sede central en Farnborough, condado de Hampshire, Reino Unido, posee lo grueso y mollar de sus intereses en Estados Unidos a través de su subsidiaria BAE Systems Inc. Y que, siguiendo con la insondabilidad de esas metafóricas rutas, la firma aragonesa Grandes Vinos y Viñedos ha conseguido elaborar un vino espumoso, en variedades blanco y rosado, con solos 6,5 grados alcohólicos, que precisamente lleva por nombre 49 millions, en referencia el hallazgo de Lembeck y pensado en el consumo iniciático de los jóvenes, que hasta ahora y por muy distintas razones viven (si a eso se le puede llamar vivir), de espaldas al vino, o que, en su defecto, consumen espumosos foráneos con cantidades ingentes de azúcares añadidos que suponen un castigo inmisericorde para el hígado; órgano que, superado en las tareas de fraccionamiento y metabolización de unas moléculas tan complejas, se ve obligado a convertirlas en triglicéridos que deposita en el torrente sanguíneo para que sea lo que Dios quiera, que suele ser una cruda, goma, guayaba o resaca de matrícula de honor con cum laude de pota o vomitona.
Sostienen los responsables de la firma vitivinícola, como Pereira, que 49 millions, con agua de manantial, ligeramente carbonatada, afrutado, aromático, suave y natural, llega para quedarse, porque se trata de: “…un concepto nuevo, diferente, con personalidad y singular, ya que, pese a la baja graduación alcohólica, al degustarlo, se reconoce el vino, se nota el macabeo, en el blanco y la garnacha, en el tinto. En ambos casos, una auténtica sorpresa”.
Y como sucediera la noche en la que Galileo Galilei mostró, a través de su tosco telescopio de refracción, a su amigo y Siervo de María Paolo Sarpi, las lunas de Júpiter, Grandes Vinos y Viñedos ha sopesado la conveniencia de apuntar un maridaje para su espumoso juvenil. Si los contrayentes fueron entonces el cerdo con nabos y el vino de Barolo, para el caso que ahora nos ocupa se ha pensado que la pareja inicial de 49 millions sea la pizza napolitana y fetén.
De oficiar el enlace se ha encargado Christian Ojea, virtuosísimo pizzaiolo del restaurante Luna Rossa, sito en la madrileña Calle Ancha de San Bernardo, justo enfrente de la casa donde vició durante un cuarto de siglo doña Emilia Pardo Bazán, cuyo centenario se celebra este año con, entre otras cosas, magna exposición en la Biblioteca Nacional de España. Como testigos de la ceremonia, El Gastrónomo Zaragozano, periódico de alimentación y gastronomía aragonesa, Grandes Vinos y Viñedos y un servidor de ustedes.
Así que amémonos los unos a los otros, vivamos, bebamos y seamos felices. En la medida de lo posible.